
No sé como se lo montan los franceses para hacer un cine tan especial, supongo que el hecho de que la expresión "savoir-faire" sea en francés, dice bastante. El caso es que son capaces de hacer una simple comedia que aquí no pasaría de una peli tonta de treintañeros, y convertirla en una película llena de interesantes reflexiones. Porque si algo es esta peli, es una gran reflexión sobre la amistad, en este mundo donde el individualismo es atroz y las relaciones sociales son cada vez más complejas.
François, un marchante de antigüedades, es retado por Catherine, su socia, a presentarle en diez días a su mejor amigo, tras una acalorada conversación en la que ella defiende que François no tiene ni siquiera uno, porque es un ser antisocial que se relaciona con los demás al igual que compra y vende piezas de arte. La apuesta termina convirtiéndose en una obsesión y en medio de todo esto François conoce a Bruno, un taxista sociable, simpático e ingenuo, que por el contrario tiene tantos amigos como los que tiene François. La película recurre a simbolismos sobre el tema, como el Zorro y el Principito, o la historia del ánfora griega, regalo de Aquiles a Patroclo para honrar su fiel amistad en la vida y en la muerte,... ánfora que compra François tras escuchar la historia, en un arrebato caprichoso, como si comprándola fuera a conseguir esa amistad de la que carece. Esos simbolismos, unidos al humor francés, y a unas actuaciones geniales de Daniel Auteuil y Danny Boon, marchante y taxista que llevan el peso de la película, hacen un conjunto perfecto, donde no sobra ni falta nada, y que nos hace ver el valor que de verdad tienen las buenas amistades.
Será que ando sensible, pero me gustó mucho.
One is the loneliest number | That you'll ever do | Two can be as bad as one | It's the loneliest number since the number one (Aimee Mann)
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