
Han pasado ocho años desde Parachutes, atrás quedó el angst-rock, atrás quedó la oleada de grupos como Travis, Doves, Turin Brakes, Budapest,... en la que se les incluyó, atrás quedaron las comparaciones con Radiohead, las críticas de Blur, los insultos de Liam Gallagher. Llegó A rush of blood to the head, llegó la suciedad, llegó la épica, llegó el reconocimiento mundial y las ganas de parecerse a U2. Llegó X&Y y para entonces ya eran un boom mediático de tal calibre que las espectativas puestas en el disco eran demasiado grandes. Y pasó lo que pasó.
Por otro lado, Chris Martin se ha ido haciendo cada vez más insoportable con su actitud de ONG andante, hasta llegar al punto de no poder ni verle. Lo cual influye bastante, no para calificar su música negativa y prejuiciosamente, sino para poder despacharse a gusto cuando su música es realmente un horror. Afortunadamente, esta vez no se da el caso.
Si buscas en Viva la vida algo continuista con X&Y, olvídate. No vas a encontrar la épica guitarrera Square One, White Shadows o Fix You, ni los pianos envolventes de Speed of Sound, calco de los de Clocks. Han dado un paso adelante, sin dejarse por el camino cosas que han aprendido. El disco abre muy bien con Life in technicolor, una introducción instrumental, que empieza con un loop electrónico y envolvente con toques orientales que dan paso a una guitarra acústica, cogiendo cada vez más fuerza. La lástima es que se quede en una pieza instrumental, aunque igual con letra hubiera empeorado, nunca lo sabremos. Cementeries of London, hace de perfecta segunda canción tras intro, un 6x4 sucio y oscuro con palmeo incluido, que llega a sorprender. Lost! empieza con una percusión un tanto naíf, pero termina poniendo los pelos de punta gracias a la melodía del estribillo, los coros y el órgano que lo invade todo. Siempre hay una canción que desde el principio me llama la atención más que otras, en X&Y fue la propia X&Y, por su estructura, sus pasajes intermedios con una guitarra desgarradora, etc., en Viva la vida es 42, por su estructura compleja, dividida en tres actos y medio, el triste comienzo con piano, el oscuro pasaje de guitarra, que de repente se convierte en una luminosa canción en la tercera parte, y el desenlace volviendo al principio. Grande. Enorme. Lovers in Japan / Reing of Love es una canción doble, Lovers in Japan es toda una pieza de pop épico y luminoso a raudales; y en Reing of Love un piano envolvente y calmado lleva el peso del tema. Yes / Chinese Sleep Chant repite formula de canción doble, una primera parte más floja en Yes, con unas cuerdas entre orientales y folkies de la américa profunda; y Chinese Sleep Chant, en la que me recuerdan a unos My Bloody Valentine sin guitarras distorsionadas, pero igual de reverbereados, falsetes y etereos. Toda una sorpresa, sin duda. Viva la vida es el tema más pop del disco, independientemente de la coña de que sea un plagio de Alizee, le da al conjunto un poco de luz e inmediatez. Con una percusión más marcada hubiera quedado un tema totalmente poppy y naíf, ¿Coldplay poppy y naíf? Pues sí. Violet Hill quizás sea el tema más continuísta con el trabajo anterior del grupo, resulta bastante sucia y nada adecuada para ser el primer single, pero una vez escuchado el disco en su totalidad, no aparece un single tan claro como este. Stawberry Swing empieza de tal forma que te hace pensar que les ha dado por emular a su manera el sonido africano que Vampire Weekend ha puesto de moda, pero no, no tarda en entrar un colchón de teclados y cuerdas que le da de nuevo un toque bastante etéreo, luminoso, incluso psicodélico, muy de final feliz viendo a los protagonistas alejándose en el horizonte. Death and all his friends cierra el disco, de nuevo en dos partes, la primera, un increscendo con piano que, lejos de la inmediatez de Fix You, lo supera por complejidad estructural y melódica; y la segunda parte recuperando el loop del principio del disco y desvaneciéndose. Dejando todo preparado para volver a escuchar el disco en un bucle infinito.
En resumen, un disco difícil, ecléctico, con pocos temas inmediatos, a pesar de que sólo uno supera los 4 minutos (considerando por separado los tres temas dobles), que mejora a cada escucha, con una mayor madurez compositiva y un giro en el sonido que es de agredecer. Creo que he recuperado la esperanza en Coldplay, aunque esperaremos a que el tiempo ponga las cosas en su sitio.
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