
Mucho bombo y mucho platillo se le ha dado a esta segunda parte de la nueva saga dirigida por Christopher Nolan. Se ha resaltado de ella sobre todo su realismo y el hecho de tratar el cine de superhéroes desde una perspectiva adulta y seria. Pero, ¿ser adulto y serio es sinónimo de aburrido? Parece ser que en este caso sí. Y es que la película peca constantemente de una atmósfera trascendente y de moralidad épica entre el bien, el mal, la corrupción, el sistema, el honor... todos esos valores tan propios de las historias de superhéroes, que en este caso llega a ser cargante por su omnipresencia y su pomposidad, irrisoria y poco creible. Moralina pura a raudales.
A parte de lo cansino del planteamiento, el punto más grave de todo es que sobra metraje por todas partes, y a mitad de película parece que ésta va a terminar, pero no, aún queda casi una hora por delante en la que la película sigue sin pena ni gloria, con la aparición de un nuevo villano, que perfectamente podría haber quedado para una nueva entrega, resultando una película más corta y más digna de paso, en la que hubieran profundizado más en los personajes.
Porque, hablando de profundización en los personajes, si una de las grandes revelaciones de esta película debía ser el personaje de Jocker, más bien ha resultado ser el personaje más desaprovechado de la película. Viene y se va cuando es necesario, como un mono de feria, y no se profundiza nada en su historia, ni en su personaje, ni en buscarle justificación alguna a sus actos, y lo peor de todo, no se hace accidentalmente, sino premeditadamente, tras la simple y barata excusa de que "es un loco". Ah, pues muy bien. Por lo visto el director no quería profundizar en la historia de Jocker. Ah, pues muy bien (otra vez). Quizás le hubiera quedado una película más interesante, y no el tostón moralista de dos horas y media que termina siendo.
Siguiendo con Jocker, podría hablar también, no ya del personaje, que termina siendo un producto sin carisma al servicio del espectáculo, sino de la maravillosa actuación de Heath Ledger, alabada desde el principio, incluso hasta plantearlo como posible ganador de un Óscar postumo. Pues... no es para tanto, porque quitando el gran trabajo de maquillaje y caracterización, el resto carece de la supuesta genialidad interpretativa que nos prometieron, que en el fondo seguro que viene más dada por el hecho del suicidio del actor, que por otra cosa.
Con este panorama, obviamente, no me voy a poner a analizar ningún otro aspecto de la película, ni voy a hablar de los insulsos Christian Bale, Aaron Eckhart y Maggie Gyllenhaal en sus respectivos papeles, ni nada de nada. Vamos, que no.
Si este es el supuesto cine digno de superhéroes que ha de venir. Mejor que sigan haciendo cosas como Spiderman o Fantastic Four y así por lo menos no engañan a nadie.
P.D.: ¡Dios mío, he conseguido hablar de la peli sin nombrar en ningún momento a Tim Burton!
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