
El sábado pasado al fin fui a ver tu esperada y sobrepublicitada décimo séptima película.
Que lo más destacable de ella sea el homenaje que te has marcado de Mujeres al borde de un ataque de nervios, no viene más que a confirmar ese halo de decepción que sobrevolaba la película tras su estreno. Una cosa es que en Volver partieras de una historia que escribe Amanda Gris en La flor de mi secreto, y otra muy distinta es que aquí hagas un refrito de tu mejor comedia, que digo yo que para eso me pongo la original directamente.
Y no es que me parezca mal que te autohomenajees, que el problema no es ese, que Chus está ideal, Rosy casi supera a Julieta Serrano, Carmen Machi es la reinvención perfecta de María Barranco y Penélope Cruz es tu nueva Carmen Maura, salvando las distancias. El problema es que aparte de esas escenas, y de una Lola Dueñas inmensa, queda una historia (la verdadera historia principal) y unos personajes que te dejan totalmente indiferente y con los que no empatizas en absoluto. Algo que hasta en Carne trémula conseguiste por los pelos.
Técnicamente vuelves a estar intachable, pero ya no sorprendes. Gran Canaria te ha quedado muy bonita, esos planos de Penélope cortando tomates son magnificos, la escena de la escalera es de una belleza sin igual, al igual que la de Penélope en la cama fumando mientras el otro se hacía el muerto, o la escena en la que ella se dobla a sí misma... pero a estas alturas no basta con deleitarse en el preciosismo. Me gustaría pensar que tu cine es algo más que un bonito envoltorio y un homenaje autocomplaciente.
Después ya, hay cosas como la aparición inicial de Kira Miró, que te creía yo con más independencia para evitarte a la niñata esta, por muy hija de uno de los patrocinadores que sea. Por no hablar de lo forzados que resultan en general los diálogos, de la inverosímil sobreactuación de Blanco Portillo en su confesión final, de un nefasto Rubén Ochandiano (Ernesto Martel hijo) o de un anodino Tamar Novas (Diego), que lo de poner a un niño mono pero soso ya lo hiciste en Carne trémula con Liberto Rabal y te salió como te salió. De lo de Dani Martín mejor ni opino.
Lo siento, pero no. No te salvan ni un buen Luís Homar, ni un correcto José Luís Gómez (Ernesto Martel padre), ni una buena (magistral a ratos) Penélope, ni una fugaz Ángela Molina. No te salvan, porque salí del cine después de unos excesivos 130 minutos con la sensación de haber perdido dos horas de mi vida, y mi tiempo vale mucho más que todo eso.
Sin mucho más que añadir, decepcionado y expectante ante una futura película donde me hagas recuperar la confianza que tuve en ti, me despido.
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