Desde hace unas semanas (básicamente desde que empezó FlashForward, las cosas como son), digamos que me he tenido que tragar a cachos este programa... más que nada para no perderme el principio de la serie (que si no, luego no te enteras de ná). Y a cachos porque he confirmado lo que me ha pasado cada vez que he intentado verlo: que es para cortarse las venas.
Y ya no tanto por la vergüenza ajena (y propia como español si además son extranjeros) de ver las gilipolleces que le hacen pasar a los invitados, las pueriles discusiones entre sexos, los monólogos repetidos mil veces en todos los programas con ladrillo caravista de fondo o las estupideces de inventos que dicen que hacen gracia (y ya paro porque no quiero que me dé la úlcera), si no, sobre todo, por la sensación de estar viendo a treceañeros haciendo el cabra y cobrando a saber cuanto.
Chico, el día que tenga que hacerme famoso y recorrer programas para promocionarme, creo que antes salgo en el encuentra el dibujo diferente de por la mañana que ahí.
Pero lo chungo es que, viendo lo que está durando, parece que a la gente le encanta! Ver a Mika aspirando helio para hacer los falsetes de Grace Kelly (que al menos podrían haber puesto el último single, pero no), a Tokio Hotel (por mucha más grima que me den que el Pablo Motos, que ya es decir) cocinando, al Marron bailando (o algo parecido) o a los petardos de las revistas metiéndose de la forma más soez con cualquier cosa (nunca olvidaré cuando se pusieron a llamar abuelete y viejo al campeón de nosequémovida de musculación de mayor edad), pues no lo entiendo, oye.
Yo estoy llegando a la conclusión de que conserva la audiencia porque la gente no quiere perderse lo que va después... o será que yo soy súper freak y por eso no puedo verlo.
Pues que viva el ser freak!
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