El 22 de septiembre de 2004 un avión se estrelló en una isla del pacífico. Así empezó Lost hace casi seis años con un episodio piloto épico que difícilmente será superado jamás. Meses más tarde llegó a Fox, y luego a TVE, que empezó a emitir la serie maltratándola desde el principio, poniéndola los domingos por la tarde. Un par de meses más tarde empezó a verla el que escribe estas líneas, y desde entonces, cada jueves primero, cada miércoles después, se repetía el mismo ritual, descargando el capítulo, esperando los subtítulos en Lostzilla, y disfrutanto semana tras semana, mes tras mes, año tras año, de la que ha sido la mejor serie que haya visto jamás. Hasta hoy.
Hoy ha acabado todo y hoy era el día para poner la serie en el más alto de los altares o para decepcionarse por completo. Y aquí estoy, sumamente decepcionado.
Lost siempre ha sido una serie de personajes, por encima de misterios, experimentos, misticismo, mitología, viajes en el tiempo y realidades alternativas. Muchos llegamos y nos enganchamos por los misterios, pero nos quedamos por los personajes, por sus vidas deshechas y llenas de conflictos, enrevesadas y entrelazadas a base de casualidades, parentescos inverosímiles o cuestiones del destino.
La serie me ha gustado mucho, muchísimo, durante estos años. Capítulo tras capítulo, aunque lo único que hicieran en algunos fuera buscar una rana o intentar arrancar una furgoneta, aunque dedicaran flashbacks enteros a contarnos como Kate se casaba o Jack se hacía un tatuaje, aunque dejasen cosas sin resolver y personajes que parecían tan importantes se marchasen sin más, como Walt con sus poderes, Eko con sus creencias, Libby con sus estancias en manicomios...
Lo único que esperaba de Lost era que supieran darle un final digno a las historias de los personajes. Un final épico, apocalíptico, grandioso... pero no. Al final el único que ha tenido su final épico es Jack, que empieza como un hombre de ciencia y termina como un hombre de fe que da la vida por la isla. El resto, ahí queda. Hugo y Ben se quedan guardando la isla, como la pareja más inverosímil que podría salir de la serie. Desmond acaba inconsciente y nada más se supo. Y el resto (Claire, Kate, Sawyer, Miles, Lapidus y Richard) se marchan en el avión y adiós muy buenas.
Pero lo peor de todo no es que las historias de los pocos personajes que quedaban vivos hayan tenido este final tan descafeinado e insulso. Lo peor es que han estado mareándonos durante toda la sexta temporada con una especie de realidad alternativa que ha resultado ser un purgatorio donde todos los losties han terminado reuniéndose para partir definitivamente al más allá, y han pretendido darle dignidad al desenlace con ese truco tan manido como vergonzoso.
Y este era el gran final que tenían previsto desde el principio...
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