Allá por Octubre...
A: ¡Hola!
F: ¡Uy, hola!, ¿qué tal?
A: Bien,... por aquí viendo si me compro algún libro. ¿Y tú?
F: Pues mira, que tengo el examen del mitjà en un mes y quería leerme algo en valenciano para practicar. Estaba pensando en comprarme Tòquio Blues, ¿qué te pareció? Que me dijo Sartre que te lo habías leído.
A: Pues está bien, te lo recomiendo...
(...)
Por supuesto, con mi velocidad lectora y mi estupenda costumbre de tener varios libros empezados, el libro me lo terminé mucho después de hacer el examen del mitjà, de hecho creo que llevaba diez páginas cuando hice el examen.
Tokio Blues nos cuenta la historia de Naoko y Toru desde la perspectiva de Toru, dos jóvenes que ven marcadas sus vidas por un hecho ocurrido en su adolescencia, y que les une para siempre de forma irremediable. Una historia llena de angustia, melancolía y nihilismo a partes iguales, que te traslada y te atrapa sin darte cuenta,... o quizás es que simplemente me siento muy identificado con el vacío existencial que viven ambos protagonistas, con la facilidad que se mueven entre la alegría y la tristeza, y otras personas que no sientan ese grado de empatía con los personajes, no se trasladarán a ninguna parte ni se verán atrapados por ninguna historia. Pero como el que está escribiendo esta reseña soy yo, así queda, ¿acaso pensabas que hay alguna crítica que sea objetiva?
Otro punto es el hecho de estar ambientada en Japón, en el que de nuevo puede que influya mi personal visión que tengo de la sociedad nipona, y el grado de nostalgia, comportamientos suicidas y esa contínua búsqueda de un lugar en el mundo que les atribuyo desde una posición totalmente prejuiciosa e ignorante (o no tanto).
Pero no todo iba a ser bueno, aunque lo malo tampoco lo es tanto. El caso es que no me terminan de cuadrar algunos (no todos) encuentros sexuales que acontecen a lo largo de las páginas de la novela, quizás porque no considero que cuadren determinados comportamientos con determinados personajes, desnaturalizando su esencia, y porque las descripciones llegan a ser demasiado gráficas, contrastando demasiado con esa atmófera lírica y existencialista que se respira en la historia.
Aunque obviando esos matices, nos encontramos ante una novela que, sin pretender ser un hito de la literatura, se deja leer sin enganchar demasiado, pero resultando lo suficientemente interesante como para no olvidarla en la estantería y terminarla, aunque sea casi cuatro meses después.
"There is no running that can hide you, cause I can see in the dark" (Placebo)
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