
Que Michel Gondry es un maestro absoluto del video-clip es algo indiscutible, sólo hay que ver ejemplos como Bacherolette de Björk, Let Forever Be de The Chemical Brothers, o Come Into My World de Kylie (por elegir sólo tres de toda su obra). Ya de partida, esto es un tabú en el mundo del cine, y es que ser director de video-clips está bastante desprestigiado y a la hora de pasar a dirigir largometrajes, la crítica tiene de partida un saco de prejuicios adquiridos. Aunque no hay más que ver donde ha terminado gente como Tarsem Singh, que de cubrirse de gloria con cosas como el video-clip de Loosing My Religion de REM, pasó a hacer porquerías al pasarse al largometraje con The Cell (La Celda), con esa "magnífica actriz" que es J.Lo.
Y es que en el fondo un video-clip es una cosa y un largometraje otra muy distinta, y es complicado llevar la carga artística y visual de un video-clip a una película, directamente no funciona y las escenas videocliperas dentro de una película terminan restando credibilidad y calidad al conjunto, a no ser que lo que queramos hacer sea una película conceptual que no cuente una historia al uso. Pero no me enrollo más y voy con la película.
Gondry quizás sea uno de los pocos directores de video-clips que yo conozca que ha sabido dar el salto al cine y adaptar sus ideas estéticas y artísticas a un largometraje, haciendo que ambos conceptos casen a la perfección. Ya lo hizo en 2004 con Eternal Sunshine of the Spotless Mind, traducida en España como Olvídate de mi (quiero conocer al traductor, pero ya) y lo ha vuelto a hacer de nuevo en Rebobine, por favor (traducción de Be kind, rewind, literal pero sin la gracia de la rima consonante). Pasada la introducción de los personajes principales, la situación de partida de la película llega cuando Jerry accidentalmente borra todas las películas del videoclub del señor Fletcher, tras asaltar una central eléctrica donde se electrocuta y termina magnetizado. Mike, que justo estaba al cargo del video club mientras el señor Fletcher estaba de viaje, desesperado por la situación y en un intento de ocultar a una cliente habitual que se han borrado las películas, decide hacer una grabación casera de Cazafantasmas junto a Jerry. Obviamente no cuela, pero lejos de sentirse timados, los clientes adoran la nueva versión suecada y piden más.
A partir de ahí, empieza una trepidante odisea en la que Jerry y Mike empiezan a hacer versiones caseras del resto de películas del videoclub, y es aquí donde radica la magia de esta película. Ver como se hacen versiones suecadas de Robocop, 2001, Paseando a Miss Daisy, Hora punta 2, y un largo etcétera de clásicos de todos los géneros, es una experiencia realmente apasionante y divertida, que termina combinando perfectamente con la verdadera y dramática historia de la película: el videoclub del señor Fletcher está en un edificio que va a ser demolido y el negocio le va verdaderamente mal como para mantenerse allí.
Todo un homenaje al cine y al encanto de las cintas VHS. Absolutamente recomendable.
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