
Musicalmente toca muchos estilos, desde el house más bailable en Mirona y Lola, pasando por el trip-hop de Mentira, el techno machacón de Runner, el nuevo flamenco de Un hombre sin tabaco, hasta algo de nu-jazz en Paisajes de Agosto, o el ambient de Una mañana o El aperitivo de las 12. En general, música electrónica tamizada con instrumentos dando un resultado muy orgánico y con una gran cantidad de matices, en un disco que no se hace en absoluto monótono ni lineal y que consigue, a pesar de la amalgama de estilos, funcionar perfectamente como conjunto.
Pero aparte de la música, el fuerte de este disco son las letras de Dolo. Unas letras descaradas, muy cinematrográficas, muy urbanas, con un punto original y un poder abrumador de relatar historias. Historias trágicas, melancólicas, trascendentales, costumbristas, con personajes, introspectivas,... haciendo que la escucha del disco, de cada una de las canciones por separado y en conjunto, sea un absoluto placer para los sentidos.
Sinceramente, no recuerdo haber estado tan enganchado a un disco en mi vida.
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