
Y es que no entiendo muy bien qué aporta este hombre de nuevo a la electrónica, sólo se me ocurre que la novedad sea hacer un disco con tres temas de 28, 10 y 15 minutos respectivamente, porque otra cosa...
Suena a Jarre, suena a Vangelis y suena al sonido ibicenco explotado y quemado en todos y cada uno de los chiquicientos cafés de los mares. Si al menos hubiera reinventado el manido estilo en un alarde de creatividad, pero perfectamente podrías intercambiar un recopilatorio del chill-out más chungo por el de este noruego, que igual te quedarías.
No sé si el mundo necesita un clon bastardo de Jean-Michel Jarre o Mike Oldfield. Yo no.
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