
Incomprensiblemente Dolo abandonó su acento andaluz, que le daba un tono muy particular a las canciones del primer disco, y también perdió en las letras, perdió inspiración, perdió ese toque cinematográfico y urbano, esa capacidad de contar historias, perdió gracia y lírica.
Musicalmente, radicalizaron posiciones, con temas muy acústicos y orgánicos por un lado, y temas muy electrónicos por otro, dejando atrás ese estilo ecléctico que les había caracterizado tan bien y que parecía ser hasta entonces el sello del grupo. El problema de esto, es que quedó un disco con muchos altibajos, muy dispar de tema a tema. Los temas más acústicos resultaban muy corrientes y estereotipados, el primer single Desolado no era más que la típica balada a piano, lo mismo que ocurría con Y que pasa si soy del montón o Los bichos, otros dos temas muy mediocres, a pesar de la letra. Los temas electrónicos adolecían en general de una extraproducción que les restaba inmediatez y ese toque ecléctico tan marcado en el primer disco. Siendo una lástima ver como se desaprovecharon temas como Día tonto, con ese inicio tan redondo, que termina cayendo picado a lo largo de la canción, o como en Perder el tiempo se echa a perder una letra bastante decente, fallando totalmente la parte musical.
Realmente, se salvan muy pocos temas de este disco, sólo Invasión y El Mundo Interior proponen cosas interesantes, sumándoles No se puede más y El azar no perdona por ser dos piezas electrónicas muy resultonas cada una en su estilo, y salvando in extremis Archivo de palabras tristes y Tu siesta porque al fin y al cabo funcionan perfectamente abriendo y cerrando el disco respectivamente.
En definitiva, un bache considerable y una pretendida evolución que reveló en el fondo que no tenían muy claro hacia donde tirar.
escúchalo en spotify
Publicar un comentario:
Borraremos cualquier comentario que se pase de la raya, así que si has venido a tocarnos las narices o a llenar esto de spam, no te va a servir de mucho.