
Si al menos hubiera sido una gamberrada bien hecha, podríamos haber estado frente a una digna y divertida vuelta a los inicios, pero el resultado queda muy lejos de ser algo digno. Con una infame Verónica Forqué, que inexplicablemente ganó un Goya, una Victoria Abril fuera de sus casillas, un anodino Álex Casanovas y un nefasto Peter Coyote, fatalmente doblado.
La historia... no hay por donde cogerla: una maquilladora que un día es contratada para maquillar a un muerto que revive mientras le maquilla, que resulta ser un vouyeur, con el que termina emparejándose, y a la vez se tira a su padre, escritor y asesino en serie, acosados todos por una histriónica reportera que tiene un programa de sucesos donde da rienda suelta al morbo televisivo hasta límites donde aún no ha llegado la televisión actual (aunque dadles dos días). En realidad viene a ser un conjunto de gags especialmente pensados para que la Forqué se interprete a sí misma una vez más, hasta resultar realmente cansina, dando un resultado bastante inconexo, con hilo conductor (el suicidio de la madre de Álex Casanovas), que poco tiene que ver con el personaje de Verónica y que carece por completo de interés.
Poco puedo añadir que no sea seguir despotricándo y dándole vueltas a lo mismo. Al menos el personal hetero masculino podrá hartarse de ver tetas, Verónica, Anabel Alonso y Bibiana, a la que vemos como Dios la trajo al mundo, bueno, o como ella se hizo a sí misma, más bien. Aunque me da a mi que ninguna de esas tres mujeres resultan demasiado interesantes hoy en día. Bueno, o no, que desde lo de Concha Velasco desnuda, yo ya me lo creo todo.
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