Maggie es una viuda madura que tiene un nieto que necesita un tratamiento específico y caro para su enfermedad, y que para pagarlo recurre a todo lo que se le ocurre, hasta acabar en un prostíbulo, al que entra inocentemente por un anuncio de "se busca azafata", y donde termina en una cabina pajeando al personal por un agujerito.

La película en el fondo es un dramón enorme, pero se le añaden por encima capas de humor y situaciones cómicas que te hacen soltar una carcajada de vez en cuando. Los personajes no están muy desarrollados, pero sí bien interpretados, desde el hijo y la nuera, pasando por las vecinas cotillas, hasta Luisa, la prostituta que alecciona a Maggie, y Miki, el dueño del local. Exceptuando, claro está, el personaje de Maggie, en el cual sí que profundizamos más, y sobre el que cae el peso de toda la película, interpretado con absoluta maestría por Marianne Faithfull.

El guión es bastante original y, aunque presenta el mundo de la prostitución con cierta benevolencia, ocultando muchos de los aspectos negativos que lleva asociados, sabe jugar con nosotros y llevarnos a la emoción que quiere en cada momento. Obviando la banda sonora de Ghinzu, que al principio no está mal y nos recuerda que lo que estamos viendo es un drama, pero al final termina cansando por monótona y omnipresente, el resto queda en un resultado más que decente, con un final que llega en el momento oportuno, en una película altamente recomendable.


"Y volar a todo color y esperar en el lado de lo mejor a que nadie te impida ver lo que hay a tu alrededor" (Lori Meyers)