Parece mentira que, con lo manido que está este tema, aún haya gente que no sepa lo que es un gafapasta, un moderno, y las diferencias entre ellos. Que sí, que quizás hace unos años, cuando las gafas de pasta se pusieron de moda y todo lo retro, vintage y sixtie era lo último de lo último, modernos, gafapastas y poppies parecían lo mismo,… pero bajo una apariencia relativamente similar hay diferencias de concepto bastante grandes. Además, el revival sesentero ya nos dejó hace tiempo, el setentero postpunk está dando los últimos coletazos, y se avecina (o ya ha llegado) una especie de revival ecléctico ochentero que da auténtico miedo,… dentro de dos años, todos con cardados y hombreras, ya veréis ya.
Iba a hacer un decálogo, pero se me han empezado a ocurrir temas a medida que iba pensando el desarrollo de la entrada y me salen más de diez categorías, así que paso olímpicamente, que además hacer decálogos está como muy visto ya, y hay que ser original (tan original como hablar del mundo gafapastil a estas alturas...). Así que os voy a hacer una trilogía de entrega mensual (toma novedad, una trilogía) que quedará tal que así:
I. Gafapastas vs. Modernas: por fuera.
II. Gafapastas vs. Modernas: por dentro.
III. Gafapastas vs. Modernas: el gafapasta gayer.
II. Gafapastas vs. Modernas: por dentro.
III. Gafapastas vs. Modernas: el gafapasta gayer.
I. Gafapastas vs. Modernas: por fuera.
Introducción:
Para un gafapasta, al contrario que un moderno, la moda no es parte esencial de su vida. Tampoco es que pase de ella, porque al fin y al cabo un gafapasta es una especie de intelectualoide que ha de saber de todo y eso incluye también las tendencias textiles y estilísticas. Vamos, que una cosa es saber lo que se lleva, y otra muy distinta tener el valor o el poco gusto (según el caso) de llevarlo.
A. Ropitas varias: más clásico de lo que te piensas.
Pasado el boom sixtie que comenté en el prólogo, diferenciar a un moderno de un gafapasta se ha ido haciendo más y más fácil. Un moderno se caracteriza principalmente por ponerse todo lo que le diga Candem Town primero, el Mercado de Fuencarral después, y por último el Imperio Inditex (todo depende del poder adquisitivo de cada uno). Que se llevan los rombos, pues rombos, que se llevan los pitillos, pues pitillos, que se llevan los estampados fluorescentes imposibles, pues estampados fluorescentes imposibles, que se llevan las ¿¿¿sudaderas con escafandra???, pues eso...
Un gafapasta (ni nadie en su sano juicio) jamás se pondría una sudadera así, su estilismo está bastante determinado y en realidad es bastante clásico: las rayas tanto en suéteres como en pantalones, los suéteres lisos de cuello vuelto, las bufandas largas, los abrigos de corte clásico, los cuadros y rombos (estos no tanto, porque estuvieron muy de moda hace un par de años y ahora están en una recesión radical)... vamos, que la cosa es de lo más normal, en principio.
B. Zapatos y bolsos: no sin mi bandolera.
En zapatos la cosa tampoco despunta demasiado, Camper se caracteriza por sacar siempre una línea de zapatos perfecta para el gafapasta, una especie de punto intermedio entre lo clásico y lo deportivo, de piel y bastante discretos. Pero si además de gafapasta eres pobre, siempre queda Zara o Springfield, que se encargan de hacer unas imitaciones casi perfectas a la mitad de precio. Nunca Bershka o P&B, que eso es cosa de modernas.
Un moderno... pasó de las botas de boxeador, a las alpargatas de colorines, después llegaron las Converse, las deportivas plateadas y doradas, y por último las Vans. Un gafapasta de verdad nunca se pondría unas Converse, con su tremenda cultura sabe de sobra que eso estuvo de moda en su infancia y es un revival que nunca debió revivir. Por supuesto, de las deportivas brillantes, ni hablamos.
Pero si hay algo realmente vital para un gafapasta, es su bandolera. El bolso de un gafapasta es un pozo sin fondo donde conviven: móvil, cartera, llaves, la funda de las gafas, unos 70 flyers de conciertos, 40 folletos de exposiciones, la cartelera (aquí en Valencia “la Turia”), el iPod (o hasta un MacBook), el programa de algún ciclo de teatro alternativo, caramelos para la tos, pastillas para cuando le duele la cabeza de tanto pensar, y lo que no puede faltar, una libreta y un boli, porque debe estar apuntando continuamente cualquier referencia cultural que se cruce por su camino.
Un moderno, si llevó bandolera, la llevaba vacía; las únicas pastillas que toma se las traga según las compra y su móvil es tan moderno que le cabe en cualquier bolsillo.
C. Pelitos y pelazos: rapados, con barba, y no son bears.
El pelo de un gafapasta suele ser una especie de desaliño generalizado que nunca ha pasado por las manos de un peluquero, o un desaliño generalizado que a pesar de haber pasado por la peluquería, es una maraña indomable que no encuentra su peinado en el mundo. Por otro lado, si la edad empieza a apretar y la calvicie con ella, un rapado total a tiempo es mejor que años de coronillas mal disimuladas. Si hace frío, un sombrero o una boina son la solución perfecta y aportan ese toque intelectual que los gafapastas tanto aprecian.
Por otro lado, como ya comentó Eric, las barbas desarregladas suelen estar a la orden del día, dan un aspecto muy bohemio, muy de “escritor fracasado, adicto a las pastillas y autor de una obra literaria tan genial como incomprendida”, el sueño de todo gafapasta, morir rechazado por un mundo que no supo comprenderle. Pero no sigamos por ahí, que esos temas forman parte de la segunda entrega.
El pelo de un moderno... pasó de las mechas a la cresta/coletilla de gitano, a veces combinando ambas opciones en un cóctel explosivo, y llegó definitivamente a los flequillos, cada vez más largos, del mundo emo, un mundo aparte que trataríamos (psiquiátricamente) en alguna entrada, si no fuese porque ya lo han hecho otros. Un moderno sin su pelo no es nada, y el día que se quede calvo, ¡ay de él como no se lleven las cabezas rapadas! Si es emo, se suicidará, porque todos los emos quieren suicidarse, que no se os olvide.
En cuanto a las modernheces con las barbas y demás vellos corporales, ya os habló Eric la semana pasada de las pseudobears fatalas... si hacéis cosas raras con vuestras barbas, luego no digáis que no os avisamos a tiempo.
D. Más complementos: la importancia de los pequeños detalles.
Aparte de bufandas, sombreros y boinas, hay un pequeño accesorio imprescindible para todo gafaspata que se precie: las chapas. Superpoppies y superdémodé a partes iguales, las chapas lejos de ser un mero complemento estético, son una declaración de principios en si mismas, una forma de comunicar en qué conciertos ha estado, los grupos que le gustan, esa peli que marcó su vida o el símbolo de esa tribu urbana referente sin parangón: los Mods. Puestas en la solapa de su abrigo o en la bandolera, serán un anuncio andante de su inmensa sabiduría.
El moderno que en su día compró chapas, ahora las ha puesto todas en una tela negra y las vende en un mercadillo, saben que siempre habrá un gafapasta dispuesto a comprárselas.
E. El complemento por antonomasia: las gafas de pasta.
Las gafas de pasta, superdémodé a estas alturas (que estamos hablando de algo que se puso de moda hace más de 5 años, por Dios) son un símbolo en toda regla, pero no son condición necesaria. Sí, hay gafapastas que no usan gafas, mira tú qué cosas. Eso sí, de llevarlas, serán gafas de pasta negras,... nunca de colores, ¡NUNCA! Si son de colores, no será un gafapasta, será un moderno adicto al fluor, un híbrido extraño, o directamente maricón del todo.
Un moderno ya no lleva gafas de pasta, ni loco, es más, ya no lleva gafas... pero, ¿cómo es posible, se ha recuperado de la vista milagrosamente? No hombre no, en el mejor de los casos volvió a las lentillas, y en el peor no lleva nada, es decir, por aquellos entonces se compró unas gafas de pasta sin graduar,... increíble, pero cierto. O peor todavía, se compró unas gafas sin graduar y llevaba lentillas y gafas a la vez, total, después de lo de la sudadera escafandra yo ya me lo creo todo.
Continuará...
Hasta aquí la primera entrega de esta trilogía. En el próximo episodio diseccionaremos el mundo interior de los gafapastas, todo un universo paralelo, que es donde radican las grandes diferencias con el moderneo en general, y es que, como la belleza, el gafapastismo también está en el interior.
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