Fui a verla simplemente porque era una película de temática gay (uno que es muy así para estas cosas) y... me lo pasé bomba.
Como los demás, nos cuenta la historia de la perfecta pareja de homosexuales (Manu y Philippe) que de repente un día se separan porque uno de ellos está empeñado en ser padre y al otro los niños le causan urticaria. Soltero y con el instinto paternal a flor de piel, Manu decide que va a ser padre por el medio que sea: adopción monoparental, donante de semen a parejas de lesbianas, mariliendre medio enamorada como madre de alquiler..., hasta que al final Fina, una inmigrante ilegal argentina que se había cruzado en su vida horas antes de que se separara de su novio, reaparece y se ofrece como madre de alquiler.
Eso es sólo el principio de la historia, y cuando todo parece que no puede enrevesarse más, lo hace. Amores, desamores, reencuentros, bodas, envidias, celos, en una película muy sencilla y muy humana que lo mismo consigue hacerte estallar de risa, que ponerte un nudo en la garganta.
Las actuaciones son más que decentes, destacando sobre todo a Lambert Wilson, que lleva prácticamente el peso de la película interpretando a Manu; a nuestra Pilar López de Ayala, que se encarga de los momentos emocionales más difíciles de la historia, interpretando a Fina; y Pascal Elbe, que interpreta Philippe, un personaje más estereotipado, pero qué más da con lo bueno que está.
Reacciones de familiares y amistades desternillantes, obligadas comparaciones con la situación en España, hermanas enfadadas, amigas envidiosas, madres encantadas, niños curiosos, asistentes sociales resignados, y un sinfín de situaciones y reflexiones en una película de la que no esperaba nada y me llevé mucho.
Comentarios (7)
coxis
dijo...
tendré que esperar al DVD porque en Murcia estuvo sólo una semana y me pilló en tiempo que no había ídem para ir au cinéma...
Sr_Skyzos
dijo...
Pues después del comentario de Coxis, yo también tendré que esperar al dvd, ya que nos han cerrado (y van...) la gayteca.
Y ahora voy a quedar muy snob, pero el cine francés me encanta. Es una de las mejores filmografías que hay. Porque habrá pestiños aburridísimos, pero siempre tienen algo interesante.
Y ahora voy a quedar muy snob, pero el cine francés me encanta. Es una de las mejores filmografías que hay. Porque habrá pestiños aburridísimos, pero siempre tienen algo interesante.
Anónimo
dijo...
En algo se tiene que notar que parieron la Nouvelle Vague. El cine francés, al contrario del español, lo que ha hecho es quitarse los complejos de encima y olvidarse de emular a hollywood (aunque algunas hollywoodadas sacan de vez en cuando). Aquí, entre Hollywood y el complejo de la guerra civil, se olvidan de que donde realmente estamos en nuestra salsa es contando historias. Ahí hay ejemplos, como "Tapas" o "Solas", de películas que con un poco de promoción no han necesitado ser superproducciones, comedias románticas o "screams" a la española, para tener unos resultados decentes en taquilla. Lo que pasa es que parece que aún no nos lo creemos.
Trocotó!
Trocotó!
Anónimo
dijo...
De eso nada... "trocotó, chucuchú, racatá, porompompan"... de toda la vida de dios. Hombreya!
Anónimo
dijo...
A mí se me escapó incluso de BCN. Endevé!!!! Ya la miraré, porque me toca de manera muy muy directa el tema...
La única diferencia entre el cine francés y el español no es cualitativa, ya que ambos ofrecen películas muy estimables y de gran calidad. Se trata de la potencia de la industria en nuestro país vecino: Es una industria potente, y con un público muy fiel y entregado. Los franceses acuden masivamente a ver sus propias películas, cosa que no ocurre aquí. De esa manera, es más fácil que se invierta más dinero en mayor número de proyectos interesantes.
Si aquí creyéramos más en nosotros mismos, otro gallo nos cantaría. Pero bueno, suerte que nos quedan fenómenos de masas como Amenábar, aunque me da que se la va a pegar con la próxima...
La única diferencia entre el cine francés y el español no es cualitativa, ya que ambos ofrecen películas muy estimables y de gran calidad. Se trata de la potencia de la industria en nuestro país vecino: Es una industria potente, y con un público muy fiel y entregado. Los franceses acuden masivamente a ver sus propias películas, cosa que no ocurre aquí. De esa manera, es más fácil que se invierta más dinero en mayor número de proyectos interesantes.
Si aquí creyéramos más en nosotros mismos, otro gallo nos cantaría. Pero bueno, suerte que nos quedan fenómenos de masas como Amenábar, aunque me da que se la va a pegar con la próxima...
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