Por hacer un párrafo así más de nombres y datos básicos a nivel producción, famoseo y demás, puedo decir que es la versión de un musical de Broadway, el cual ya era versión de otra peli de 1960 (con un jovenzuelo Jack Nicholson en un minipapel y todo) y que pasó sin pena ni gloria por las taquillas de los cines en su momento, aunque hoy se la considera película de culto. Mirando los créditos vemos que en el fondo no es para menos: música de Alan Menken (La Sirenita, Aladdin…), efectos de Jim Henson (Los Teleñecos, Dentro del Laberinto…) y dirección de Frank Oz (responsable de cosas como Cristal Oscuro o Yoda en Star Wars con el grupo del anterior). Entre los actores, Rick Moranis (Cariño he encogido a los niños) y cameos de Bill Murray, Steeve Martin, James Belushi o John Candy (que tampoco es para tirar cohetes pero conocidos son todos al fin y al cabo).
Como argumento sigue un poco la línea de la serie Z (solo que con bastante más presupuesto): un humilde florista se encuentra una extraña planta durante un inesperado (!?) eclipse de sol y al tiempo se va dando cuenta de que la pillina lo que quiere no es estiércol sino sangre humana. De ahí ya se puede imaginar el resto: empieza con un poquito y acaba pidiéndole que le traiga cenas más consistentes (y mejor si rozan el 1’70 y los 70kg). Todo esto además a cambio de cumplir sus deseos (dinero, fama o el amor de su compañera de trabajo).
Lo más destacable es, sin duda, los números musicales y la planta en sí. Como musical hay que decir que, a parte de ciertas ñoñerías (que interpreto como parodia del género y me resulta bastante cómico; aquí una reversión de Padre de Familia), el alma está en el trío gospel de narradoras. Ellas le dan el ritmo, la vidilla y el colorido al filme. La música da vueltas entre la música negra y el rockabilly, por concretar un poco. La planta, por otro lado, resulta de lo más espectacular por lo currado de sus movimientos, imposibles sobretodo hoy en día dada la moda de hacerlo todo por ordenador. Me parece fascinante ver la complejidad y el mimo que se le dedica a los movimientos más tontos y el derroche de creatividad que supone hacer ni se sabe cuantas plantas (ya que constantemente va creciendo) con tantos detalles (como la lengua en forma de flor).
En definitiva, una combinación de ciencia ficción, musical y frikismo. Y como aperitivo para el que no la haya visto aun, esta canción…
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