Retomamos y finalizamos con esta entrega la trilogía "Gafapastas vs. Modernas", donde destripamos a esa especie en vía de extinción: el gafapasta gayer.
Introducción: busca, busca, que igual lo encuentras.
Ser gafapasta y gay es como las meigas, que haberlas hailas. Otra cosa es encontrarlos y demostrar su existencia, porque es más fácil encontrar una aguja en un pajar que un gafapasta en el ambiente o en las webs de contactos.
Si alguna vez tuvo sentido la premisa de que las gafas de pasta no hacen al gafapasta, es en este caso cuando lo cobra en toda su dimensión, porque no, aquel chico tan mono del rincón del pub que te mira tras sus gafas de pasta no es un gafapasta, es una petarda trasnochada cuyas pretensiones musicales no van más allá de Britney o la Aguilera, que tiene a las Girls Aloud como la propuesta más puntera y novedosa, que lo último que leyó fue la Zero del mes pasado, y lo último que vio fue Mamma mía, gracias a la cual descubrió a Abba. Y así, uno tras otro.
Por otro lado, dicen que todos los gafapastas son gays, pero es mentira cochina. Son todos heteros (y pasivos). O son gays y no lo saben, que es mucho peor. Así que el gafapasta gayer, que se ve más solo que la una, va poco a poco cediendo en sus aspiraciones ante la presión moderna y petarda que le rodea, y es aquí donde empieza su particular descenso a los infiernos.
Primera fase: desengaño cultural.
De repente un día decide bajarse alguna mariconada, y claro, pasa lo que pasa...
Cuando te dije que en un iPod no puedes meter juntos a Mónica Naranjo y a Radiohead, iba en serio.
Que a un gafapasta se le joda el iPod es lo peor que le puede pasar. Lo siguiente peor es que cierren la filmoteca. Y luego ya vendrían las muertes de familiares y otras cosas no tan importantes.
Pero bueno, con o sin iPod, el gafapasta gayer sigue esperanzado con la idea de que algún día encontrará a otro de su condición (bueno, de sus condiciones, gay y gafapasta). Como todo hijo maricón de vecino, recurre a los perfiles en esas webs naranjas o marrones, incluso la otra, sí. La particularidad es que debe ser el único que se lee la parte de Aficiones y cosas favoritas, a partir de la cual podría hacerse un estudio antropológico completo, pero centrémonos en los curiosos eufemismos del apartado Música:
- "De todo" no significa que el sujeto sea un melómano empedernido, amante de la buena música y con una amplia cultura musical. No. Significa que le gusta de todo lo que ponen en los 40, en OT, o en M80 si ronda la cuarentena o la supera.
- "Electrónica" puede tener dos acepciones. O bien es que le gusta el house más petardo, porque es lo que ponen en el local gay de turno con un DJ que merecería morir tras una larga tortura. O bien es que le encanta el electro machacón, lo cual suele venir acompañado de grandiosos eufemismos en otros apartados como "Drogas: prefiero no decir". Pero vamos a ver querido, para eso pon que sí que te drogas. El que inventó lo del "prefiero no decir" se lució, le darían el premio al mejor eufemismo de la historia, aunque este tema merecería un post aparte de profundo análisis, sin duda.
- "Pop" no es sinónimo de The Cardigans, Belle and Sebastian o Saint Etienne. ¡Qué dices! Pop es Britney, Girls Aloud, los triunfitos, La oreja de Van Gogh,... Amaral es lo más indie que han escuchado en su vida. No te digo más.
Segunda fase: la crisis estética.
A nivel estético es mucho peor, no por nada, sino porque es todo más evidente. En el fondo, (algunos más en el fondo que otros) todo gay lleva una moderna de mierda en su interior. Así que el gafapasta gayer, si se deja llevar por su faceta modernil, será el único gafapasta con aspecto de moderna de mierda. El lobo con piel de cordero, o el cordero con piel de lobo, más bien.
En un alarde de originalidad sin igual, no se compró en su día las Vans de cuadritos blancos y negros. Él ha de ser más que nadie y se compró las que tenían el estampado más inverosímil.
Dicen que los tréboles de cuatro hojas dan suerte, pero esto es abusar, bonita.
Y esto es sólo la punta del iceberg de un descontrol estético sin igual. Que todas las modernas llevan camisetas con corbatas pintadas, tú vas más allá y llevas lo mismo, pero en camisa de seda. Que todas las modernas llevan pitillos rojos o azules, tú te los compras fucsias. Que se ponen de moda las superposiciones de prendas, tú vas por la calle que parezcas un puesto ambulante de trapos. Y así hasta el infinito y todo bien mezclado. Que sí, que el eclecticismo bien entendido da buenos resultados, pero una cosa es ser ecléctico y otra terminar como Paco Clavel.
Pues eso.
Tercera fase: se acabó.
Después de que reventara su iPod por un trastorno bipolar y de terminar dejando a Agatha Ruiz de la Prada a la altura del betún, lo más probable es que el gafapasta gayer entre en una crisis existencial que desemboque en una reafirmación personal y en un arraigo absoluto de su faceta antisocial:
- Se acabó de ir a sitios con música petarda.
- Se acabó de mirar perfiles.
- Se acabó de seguir buscando pareja gafapasta.
- Se acabó de aguantar a la mamarracha X.
- Y así con todo...
Así se irán repitiendo y mezclando las tres fases en un bucle sin fin, hasta que el gafapasta gayer, en uno de esos encuentros en la tercera fase, tenga la revelación divina de que puede quedar para quedar y ya está, sin necesidad de soportar firmas de discos de triunfitos, música de DJ's fatalas, caras de perro si pones lo último de Frufus and the Frutufruses...
Lujuria y perversión sin complicación. Y un, dos, tres, pollito inglés pollón y francés.
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