De nuevo vuelven a componer temas buenísimos, y de nuevo vuelven a disponerlos en el disco de un modo magistral. Atrás quedan intros e interludios, y abren con Some cities, un tema guitarrero donde ya se aprecia el ligero cambio de sonido, para seguir con Black and white town, una de esas canciones pop pegadizas que se te quedan desde el primer segundo. No en vano, fue el primer single. Lo mejor de Black and white town, no es que sea buena de por sí, es que el resto de temas es aún mejor. La combinación de calidez y melancolía de Almost forgot myself te deja perfectamente preparado para Snowden, que como dije en su día "que se quiten todos los Coldplays con sus Clocks", la combinación de instrumentos, el fragmento de shoegaze en mitad de un temazo pop, el crescendo final, todo. Si Dios fuera una canción, para mi me sería Snowden, y el día que por fin les pueda ver en directo, como la toquen me pondré a temblar literalmente. Para recuperarse del shock, vuelven en The Storm al sonido que ya hicieran en el primer disco con Firesuite, y no desmerecen en la reinterpretación en clave de folk americano de There goes the fear que realizan con Walk in fire.
A partir de aquí, queda una segunda mitad del disco más oscura y cruda, que empieza con One of these days, sigue con la acústica Someday soon, con esos parones acuosos a modo de estribillo, y termina de bajar con Shadows of Salford, para explotar con Sky starts falling, el tema más guitarrero y ruidoso del disco junto con One of these days. Por último, Ambition, un tema acústico, vaporoso y lleno de ecos, que cierra un disco magnífico en una especie de ironía ante la comedida ambición del grupo.
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