La acción de Madre amadísima ocurre casi en su totalidad en la iglesia del pueblo de Alfredo, el encargado de vestir a la virgen del pueblo y que tiene a ésta como su única y más fiel confidente. Aprovechando que ha de vestirla para las procesiones de Semana Santa, Alfredo le relata su vida a la virgen, y a los espectadores de paso. La vida de una mariquita de pueblo y sus ires y venires entre su sufridora madre, su padre ausente y maltratador, las otras mariquitas del pueblo, su adolescencia, la mili y su madurez.
Madre amadísima es una película que se ve por militancia gay, para qué negarlo, porque en cuanto a calidad deja bastante que desear. Se nota la falta de medios, con una fotografía mediocre o una banda sonora en ocasiones sonrojante, por no hablar de la actuación de Ramón Rivero, que lleva todo el peso de la película y que de mariquita graciosa andaluza queda muy bien, pero se desinfla por completo en las escenas dramáticas, quedando incluso ridículo.
A esto hay que añadirle que el final está muy mal resuelto, alargándolo con escenas irrelevantes pretendiendo alcanzar un clímax de trascendencia que no llega ni supera al primer clímax dramático, y que terminan por cansar al espectador, cuando podría haber quedado una película sencilla y decente de haber cerrado la historia correctamente.
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