Podría haber sido una "policiaca de asesino en serie" más, pero por suerte detrás de ella estaba David Fincher. Eso de "cine de autor" en Estados Unidos no es un concepto que practiquen mucho, pero en ocasiones surgen directores como este, capaz de imprimir su sello en cada película que hace. Con "Seven" marcó un antes y un después en el género, con "El club de la lucha" nos regaló un peliculón, y a pesar del bache de la insufrible "La habitación del pánico", parece haberse recuperado con "Zodiac" y de paso darle una vuelta de tuerca al género, y ya van dos.

Zodiac nos cuenta un caso real de un asesino en serie cuyo apodo da nombre a la película, y que se dedicó a aterrorizar a los habitantes de San Francisco durante los años 70; y el largo, tormentoso y dudoso proceso que llevó a dar con su identidad y encarcelarle, en medio de un gran boom mediático que el propio asesino buscó a conciencia. El gran problema al que se enfrentaba esta película era reflejar ese proceso, con sus altibajos, sus cambios de "cabeza investigadora", sus conclusiones frustradas, etc... que inevitablemente se traduce en altibajos en el ritmo de la película, y más teniendo en cuenta su largo metraje (casi 3 horas). Era complicado reflejar tantos años de investigación dándole vueltas siempre al mismo tema, sin que la película terminara siendo un tostón insufrible, pero milagrosamente lo han logrado. Está claro que si lo que vas buscando es una trama trepidante, llena de sangre y asesinatos, esta no será tu película, pero si buscas intriga y un tratamiento con madurez de un género tan gastado como este, quizás Zodiac pueda engancharte.

Las actuaciones son más que correctas, Robert Downey Jr. como el periodista sin escrúpulos, Mark Ruffalo como el policía obsesionado con el caso, y Jake Gyllenhaal como el dibujante introvertido del periódico donde también trabaja Robert Downey Jr., que termina siendo el más obsesionado de todos, y que lleva el peso de la última mitad de la película como única "cabeza investigadora" con suficiente energía como para seguir por encima de cualquier cosa, y que en su afán investigador nos regala las escenas más tensas de toda la película.

Muy bien ambientada en la década de los 70, y con los típicos travellings y transiciones que tan bien sabe hacer Fincher, esta vez perfectamente justificados (no como los alardes gratuitos que se marcó en "La habitación del pánico"), y que conducen de una escena a otra o introducen saltos temporales, dinamizando y aligerando una trama que de no ser por estos "regalos visuales" se haría bastante espesa. El travelling zenital del taxi por las calles de San Francisco es impresionante, lo mismo que el de la construcción del Edificio Transamérica (si, el edificio piramidal tan famoso de San Francisco).

En definitiva, me doy por satisfecho, Fincher ha vuelto a ser quien era.


"No hay joya sin ladrón, ni esclava sin señor, y esta esclava no obedece más" (Fangoria)