Love of lesbian · 1999 (o cómo generar incendios de nieve con una lupa enfocando a la luna)
Anónimo 25.3.09
No voy a entrar al trapo de si Love of lesbian son indies, van de indies, son mainstream, se han vendido o han hecho el pino puente. La verdad es que me importa bien poco lo que venda o deje de vender un grupo, que cante en español, inglés o en una lengua inventada, que su público antes fueran 30 gafapastas y ahora sean 1.000 adolescentes vestidos en el Pull&Bear, o que vayan de modernos y sean amigos de Losantos (ah no, que esa era Alaska).

Hace unos días que colgaron el disco enterito en su MySpace, pero dado que le tengo cierto aprecio al grupo y que el disco, sin gustarme tanto como los dos anteriores, sigue teniendo algo, he decidido comprármelo y degustarlo en casa con calma y leyendo las letras del libreto. Que esa es otra, mi impresión sobre algunas canciones ha cambiado al diferenciar entre lo que creía que decían y lo que dicen de verdad, que mira que cuesta a veces descifrar la voz de Santi Balmes, entre lo bien que vocaliza y la manía de meter palabras peculiares o en otros idiomas.

Si en anteriores entregas Santi Balmes daba rienda suelta a sus demonios sentimentales, este disco es pura catarsis, dedicado en su totalidad a una relación que empezó en 1999 y parece que ha seguido dando coletazos hasta hoy. El hecho de plantear este sexto trabajo (tercero en castellano) como un disco conceptual alrededor de dicha relación es quizás el primer fallo, al menos no han hecho como Spunky con su Un nuevo final, y no se han centrado sólo en la ruptura (aunque casi), dejando espacio para la nostalgia, las crisis, las segundas oportunidades, las infidelidades, los celos, los polvos con rencor y el fabuloso primer momento que describen en Club de fans de John Boy, primer y pegadizo single, que musical y líricamente me parece uno de los grandes aciertos del disco... pero aun así, el resultado termina cayendo en el tedio y algunos temas, que por separado en otros discos podrían haber dado mucho más de sí, pasan sin pena ni gloria en el conjunto. Precisamente, sobran temas, catorce temas y una hora de duración estaban bien en los 90, cuando se tendía a rellenar los 74 minutos de un CD (y hasta 80 o más), pero hoy en día no hay necesidad de extenderse, al contrario, mejor 10 temas bien trabajados, que 14 y terminar cansando. Y no es cuestión ya de duración o de temáticas, es que musicalmente hay temas muy próximos y quizás hubiera sido mejor hacer una criba entre los temas más épicos o emocionales: Allí donde solíamos gritar, Las malas lenguas, Cuestiones de familia, Segundo asalto, Incendios de nieve, 1999 y 2009. Voy a romper las ventanas; hasta siete temas que hablan más o menos de lo mismo y se mueven entre lo épico y lo acústico. Aún así, es muy fácil que las preferencias del público vayan evolucionando de un tema a otro, de un matiz a otro, porque tocando un tema tan universal como los problemas sentimentales, habrá domingos que te levantes más de un modo o de otro, cosa que el señor Balmes debe saber muy bien, que aparte de catarsis también querrá vender discos. Yo de momento me quedo con la épica coral efectista de Incendios de nieve, con lo cinematográfico del momento descrito en 1999, y con la complejidad instrumental de Allí donde solíamos gritar. En el punto medio se queda Las malas lenguas. Y me parecen bastante menores Cuestiones de Familia, con un sonido acústico muy manido; Segundo asalto, que calca la épica de Allí donde solíamos gritar, pero más simple en sus arreglos; y 2009. Voy a romper las ventanas, que cumple cerrando el disco, pero poco más.

Por otro lado, la faceta hortera y circense la han perdido, o más bien la han transformado en una especie de nuevo sonido a lo post-punk-franz-ferdinandiano en Las malas lenguas y Miau, donde más han perdido en cuanto a calidad compositiva, con dos temas creados premeditadamente para bailar en los conciertos. Bien por un lado, porque a un concierto de pop-rock uno va a divertirse y no a pensar, mal por otro, porque si este es el nuevo sonido hacia donde pretenden encaminarse, van hacia un terreno más que trillado. Esperemos que quede como una anécdota de este disco. El resto de su faceta cafre queda en El ectoplasta y Te hiero mucho (historia del amante guisante), mucho más afortunada la segunda que la primera, que tiene un final un tanto sonrojante. Aunque para finales sonrojantes el de La mirada de la gente que conspira, tema metido con calzador, con una temática que poco tiene que ver con el concepto del disco, y con esos gritos a coro al final que tienen de reivindicativos lo que un antiglobalización calzando unas Nike. Sólo queda un tema por comentar, Cuando diga ya, que de nuevo queda como una anécdota, esta vez con un sonido rock sucio, muy apropiado para el polvo rencoroso que describe.

En conjunto el disco, a pesar de su longitud, está bastante equilibrado, con un orden bastante cuidado, dejando respirar entre temas más movidos, sin aburrir con temas tranquilos. Las letras siguen teniendo ese punto de originalidad y lírica aunque en algunos temas hayan perdido fuerza, quizás porque toda temática tiene un límite de vocabulario e inspiración. Y en lo musical han empezado a rozar el límite, son un grupo sin referencias claras, con un sonido bastante personal, pero después de tres discos la fórmula se ha agotado y para el próximo será obligado renovarse o morir.

Comentarios (3)

Unknown dijo...
Yo ayer asistí al concierto casi virgen de este nuevo disco. Sólo te digo que el concierto fue una PA SA DA.
Cuando haya escuchado el disco más y mejor, te contaré...
Anónimo dijo...
a mí me mola un montón el disco. hala. soy antimoderno de golpe. como diga que me ha gustado la de almodóvar ya me paso de moderno y me doy la vuelta.
pues eso, que un discazo. sí es cierto que 14 canciones son muchas canciones y hay que racionarlo un poco, pero es que cada vez que lo escucho descubro un nuevo temazo.
el ectoplasta como concepto es genial.
ganicas de verlos ya en el wah wah.
Josete dijo...
A mí el disco de primeras no me convenció, pero tras un mes degustando ha pasado al nivel de imprescindible.

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