Era 2002, y Doves publicaba su segundo disco: The last broadcast. El disco es perfecto, sin más. Hasta la Intro y el interludio Where we're calling from. No ya sólo que tenga temas buenísimos, sino que su orden y disposición parecen cuidados con esmero para resaltar aún más el valor de cada canción.
Musicalmente avanzan de un disco etéreo y psicodélico como Lost Souls, a un sonido con menos capas y más accesible. No dejan de lado el britpop en Words y Caught by the river abriendo (tras Intro) y cerrando el disco, ni el folk lo-fi a lo Blur de M62 Song, con coros y reverberaciones incluidas. Pero también se atreven a meter percusiones en There goes the fear, primer single de casi siete minutos, con un carnavalesco final in crescendo, que alargaban hasta entrar en éxtasis en sus conciertos; o en Satellites se rodean de coros gospel, consiguiendo una atmósfera muy emocional; sin olvidarse de la psicodelia en The sulphur man, en la que consiguen llevar su pasión por los samples y las capas de arreglos un nivel más allá, con un resultado grandioso y grandilocuente. NY, inspirada o no en los atentados del 11S, es una de esas canciones en las que el final vuelve a enlazarse con el principio, con un sonido guitarrero y sucio y estructura 6x4, que precedida por Where we're calling from, supone una verdadera explosión de sonido. Aunque para explosión pop, Pounding, inmediata y brutal, muy bien precedida por la acústica Friday's dust, en una especie de "prepárate para lo que viene", e igual de bien seguida con la contenida Last broadcast, que te prepara a su vez para The sulphur man.
Por discos así, da gusto gastarse el dinero.
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