Polémica con Juán Marsé y licencias biográficas aparte, no se puede negar que la última película de Sigfrid Monleón es un buen biopic. Consigue que nos interesemos por la vida del poeta Jaime Gil de Biedma y de paso nos muestra la evolución de la historia de España desde la década franquista de los 60 hasta los liberados y locos 80, y consigue reflejar de una forma bastante verosímil lo que suponía ser un maricón intelectual y de izquierdas en aquella época, aunque la homosexualidad se trate desde el punto de vista de un hijo de familia acomodada, prácticamente inmune a las represalias que muchos sufrían en aquella época por parte del régimen franquista.
Destacan las actuaciones de Alex Brendemühl en el papel de Juan Marsé y sobre todo, la actuación de un Jordi Mollá que roza la perfección en algunas escenas y que lleva el peso de la película sin problema alguno. Además de una más que correcta Bimba Bosé en un papel pequeñito, pero imprescindible.
Lo único criticable, aunque en parte justificable por la naturaleza de la historia y del protagonista, son algunas escenas sexuales excesivamente explícitas, incluso oportunistas, con las que da la sensación de querer usar el morbo para vender una película que cuenta con la suficiente entidad como para no necesitar de trucos así. Aunque para qué negarlo, ver una polla erecta hoy en día tampoco debería ser una revolución.
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